El poemario “Entre Dimensiones” fue presentado en la librería Books & Books de Coral Gables en Miami. La poeta puertorriqueña Mairym Cruz Bernall y el escritor hondureño, Roberto Quesada presentaron el libro. El escritor René Rodriguez Soriano fungió de maestro de ceremonia en el acto.
Entre dimensiones o el pretexto para volar
Roberto Quesada
El Dr. Ramón Luis Acevedo es punto de partida para mí si tengo que hablar sobre la literatura puertorriqueña o acerca de una escritora de la isla. Este brillante crítico literario, cuentista, profesor y amigo, fue quien me enseñó que existía una literatura puertorriqueña. En 1986, en uno de sus cursos de profesor invitado, impartido en la Universidad de San Carlos, Guatemala, Acevedo se topó con un cuento mío y uno de sus alumnos le facilitó mi dirección. Allí comienza esa amistad, en un principio epistolar, también comienzan a llegarme desde Corozal, Puerto Rico, hasta Tegucigalpa, Honduras, paquetes de libros en los que viajaban Julia de Burgos, René Marqués, Luis Rafael Sánchez, Ana Lydia Vega, Edgardo Rodríguez Julia, etc.
Tiempo después que me traslado a vivir a Nueva York, teniendo siempre como referente más cercano en el mundo boricua a mi amigo Acevedo, me es fácil relacionarme con esa otra cara de la literatura puertorriqueña, la llamada literatura nuyorrican. Pedro Pietri y Miguel Algarín, se convierten en mis cómplices y guías en ir conociendo más acerca de esta otra realidad. Luego aterrizo en San Juan, donde paso casi veinte días de aprendizaje y juerga, que van desde visitar el museo del músico Casal hasta visitar en el cementerio personalidades boricuas allí descansando, desde el arroz con gladules hasta las aulas del Recinto Río Piedras, desde las editoriales hasta una mesa de billar para batirme en duelo con el poeta José Luis Vega, el otro Acevedo (Federico) y el propio Ramón Luis.
Esta introducción, en donde, hasta ahora, de lo que menos he hablado es de la poeta hoy presentada, no es para justificarme sino para reafirmar ese vínculo que yo he tenido ininterrupidamente por más de una década con Puerto Rico, especialmente con su literatura. Y cuando las circunstancias lo ha ameritado, he sido defensor frente algún detractor mal informado de las virtudes de Puerto Rico, porque a pesar de su extensión territorial, su situation geopolítica, es admirable esa resistencia cultural de la que no se averguenzan sino todo lo contrario, de ella presumen. Una de las principales armas que doblega a un pueblo ya sea durante una ocupación directa o indirecta, es, sin duda, su expresión, su languaje, porque es puente que los intercomunica, una vez ese puente caído es fácil el total sometimiento. Puerto Rico, a través de sus escritoras y escritores, muestra y demuestra que el legado de Cervantes está en la isla intacto y en constante evolución, sí, en evolución, porque el languaje es materia maleable y se acondiciona a las necesidades de cada pueblo y bien conocido es que los boricuas son dueños de sus propias manifestaciones linguísticas. Es un Puente Rico.
Es aquí, dentro de esa buena literatura, dentro de esa resistencia, que no necesariamente tiene que ser panfletaria ni política, donde se ubica la escritora María Juliana Villafañe.
De este libro, Entre dimensiones, del que hoy celebramos su aparición, me sorprende su transparencia, es cristalino, y quizá hasta peligroso, porque en más de alguna ocasión invita a sumergirse en el deseo. Y no que se trate de una obra estrictamente erótica. Una muestra del lado opuesto es su poema reflexión sobre las madrileñas damas de la noche, queda en el lector como un triste cuadro de una triste vida siendo un triste testigo de haber descubierto un rostro y rastro humano en aquella gente nocturna que generalmente solo vemos como estadística.
Aquí la poesía, como su autora, que se ha pasado media vida en el aire (y dicho en el buen sentido de la palabra, que se ha pasado en el aire no en las nubes) viaja de Madrid a Machu Pichu, pero el viaje más importante que emprende es dentro de sí misma: del interior al exterior, del corazón al alma, de la dimensión desconocida a la dimensión por conocerse.
Los buenos libros se presentan solos, uno solo es un pretexto para que la fiesta sea un poco más larga, y este es uno de esos libros . Ya que el epicentro del mismo se enfoca en la libertad, la libertad del ser siendo (aquí no encuentro la duda del no ser) no queda sino dejarlo ir, y como añora su autora en su poema Quiero volar… “vivir la libertad del cóndor/sobre un mundo que no necesita rescate”. María Juliana, abre tu libro, son tus alas e invítanos a ver el mundo desde tus alturas.
MARIA JULIANA, MUJER AEREA, AVE ILUMINADA Presentación del poemario Entre Dimensiones
Por: Mairym Cruz-Bernall
14 de noviembre, 2003
Intentar adentrarse en la mitología personal de un ser humano, que también es poeta, que vive la fiebre como si fuera la iluminación de una estrella que acaba de dictar un postulado o dialoga con un corazón en taquicardia, es intentar tocar el misterio con la punta de los dedos. Y si ese ser (estoy convencida más que humano), es también en tu respiración tu otro, tu mantra, tu amiga, tu mundo diario de palabras y comprensión, entonces se trata de la vida. Entre nosotras y nuestra amistad, el vasto mundo de Entre Dimensiones.
Para María Juliana, continúan las Dimensiones en el Amor, acertado titulo de su primer libro, y yo diría, epígrafe que continuará demarcando cada pedazo, como un gran mosaico de una eterna enamorada.
María Juliana, la mujer aire, en un vuelo ancho como un brazo de mar, hace del agua su espejo, aire y mar, cuerpo y sueño, desplomándose siempre desde lo alto del cielo, agua que cae, salto, vuelo, ala gigante, brazos en brazas siempre ardiendo con el amante. “Y crecí bravía deseando ser río.” nos dice en Quebrada Mujer. Mujer rota, niña rota, muñeca de trapo cosida, sumergida tantas veces después de la tormenta, le canta al mar. En el poema Oh, mar nos declara: “He querido penetrar tus aguas y temo/temo a la tempestad.” Sin embargo reconoce la poeta su entrega total: “He amado en tu segundo/el siglo de mi vida/¿Qué más podemos pedir?/La respuesta está en una estrella que titila.” No basta con lo humano, lo perenne, el límite fugaz de los encuentros, el poeta siempre inventa su estrella, la que no se cae, que nos palpita desde nuestro mismo centro-corazón, emanando del rapto de los mares, del abrazo subterráneo, del planeta arrebatado de sí.
Nos encontramos sintiendo los espacios Entre Dimensiones de un amor a otro, de un cuerpo a otro, fantasmagóricamente desaparecido. En el poema Se cuela nos dice: “estas sensaciones/que me despiertan/a sentirte/ fantasmagoricamente/encendido.” La brújula continúa en su búsqueda del cuerpo del objeto amoroso, y ahora lo quiere pintar como un gran artista:
“Quise pintar el mejor cuadro. Colores con brillo, de abandonado proyecto/nunca llegó el pincel.” Encuentro con el desencuentro, habitante de la dimensión, la poeta se ancla en sí misma, su cuerpo ahora es la casa de Dios, espacio imperceptible de su ser con el supremo. Permítanme la lectura de este poema:
Es cierto
Dios Mío
si es cierto que estás ahí
dentro de mí
que vives en esa profundidad
de mi mundo interior
que siempre me acompañas
que no estás allá, lejos
perdido en un punto del universo
esperando por mí
para recibirme cuando parta
si estás y eres un solo ser
atado al mío
entonces Señor
Que solos estamos los dos!
No nos sorprende la voz poética de la soledad: “. vivir la libertad del cóndor.” libertad, soledad, dimensión, “agua enamorada que corre y corre, tal vez sin hallar destino absoluto.”diría nuestro poeta nacional don Francisco Matos Paoli, cuando piensa en la poética de esta mujer que para él fue tantas veces musa, que lo inspiró desde su propia dimensión de soledad.
Y nos dirá más: “Tus cantos al amor son como letras de bolero virginal, se pueden cantar, y se pueden musitar, porque están plenos del suspiro de la mujer que se abre a la fe de vida esplendente que es el amor auténtico. Se es en el amor,” nos afirma Matos Paoli. Pero el amor aparece en estos poemas como un canto al desencuentro, las muchas veces que la muerte nos vence en su ritmo consecuente de otro renacer para volver a morirnos en eterna platica de encuentros con fantasmas. Habrá que seguir vuelos más altos, dejarnos impulsar por aires ligeros. María Juliana retrocede una vez más, se alza. “¿Quién soy?” pregunta, “Habrá quien lo sepa.”
Yo quisiera decirte exactamente quien eres, que has sido mi espejo, Mujer, que has sido mi voz, Amiga, que has sido ternura, Madre, que has sido viajera, viviente, voladora, Poeta. pero eres tanto más, herida, tanto rostro, tanto árbol abierto, tanta lluvia, tanta frente afiebrada que busca los dedos de la ternura. Y como dijera Rimbaud: “Oh! Nuestros huesos se han revestido de un nuevo cuerpo amoroso.” Intérvalos, dimensiones, cuerpo tras cuerpo transformado en una mujer aérea, mujer pájaro, cóndor, ave iluminada.
Roberto Quesada y María Juliana escuchan atentamente a la escritora Mairym Cruz
María Juliana compartió con el escritor colombiano David Sánchez Juliao una vez finalizada la presentación. Departieron con ella otros escritores colombianos como Adriana Herrera y Jaime Cabrera quienes estaban presentes.