Aurora y sus viajes intergalácticos: una propuesta ética para éste milenio
Por Andrés Candelario, escritor y profesor retirado de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Humacao
Librería Borders, San Juan
25 de septiembre de 2003
Todos los viajes tienen un destino secreto que los mismos viajeros desconocen”. Así escribió Martin Buber en su libro The life of Hasidim.
Este libro, este relato que presentamos hoy, este puñado de profundas reflexiones éticas enmascaradas en un texto de literatura infantil, este viaje de Aurora por los espacios intergalácticos, tiene también un destino secreto, un propósito oculto, que desborda con mucho los límites esperados de una obra literaria de este género y quizás, sólo quizás, las propias metas de su autora, la poeta y compositora puertorriqueña, María Juliana Villafañe.
Aurora y sus viajes intergalácticos, más que un relato fantástico de aventuras extraterrestres y de experiencias místicas, es una propuesta ética para este milenio, fundamentada en las aspiraciones místicas presentes en el cristianismo de los primeros tiempos, esa búsqueda de lo sagrado como expresión de la unión entre lo humano y lo divino. Ese anhelo holístico que penetra hoy como un ensalmo silencioso el mundo del arte, de la poesía, del cuerpo humano y de la siquis, tratando de rescatar lo que siempre ha sido nuestro: la integración última del espíritu humano, la compenetración armoniosa de la biosfera y el cosmos.
Este relato tiernamente contado a través de las vivencias de una niña excepcionalmente dotada para las experiencias místicas, es una invitación a revisar nuestros viejos patrones de relacionarnos con los demás desde un nuevo escenario., el mismo viejo escenario de la tierra, pero ahora compartido, no como un objeto de uso sino como un compañero del largo viaje de la vida., desde una nueva sabiduría que reconoce la interdependencia de todo lo que tiene vida sobre el planeta. O como lo planteó con otras palabras el visionario del siglo XI Aba Hamid Muhammad Al –Ghazali: “el mundo visible fue hecho para corresponder al mundo invisible y no hay nada en ese mundo visible que no sea un símbolo del otro. El relato de María Juliana es una flecha disparada al corazón de los niños y las niñas de América Latina, que van a ser, con los niños y niñas del resto del mundo, los protagonistas del próximo siglo.
Pero ese viaje tiene, como ya dije, una trayectoria secreta dirigida también al corazón de los adultos, sobre todo al de aquellos que de alguna manera conservan todavía, como la propia autora, su niña o niño interior intacto y a salvo de las aberraciones de los adultos y sus extrañas maneras de buscar la felicidad aquí en la Tierra. Después de más de tres décadas de interés en la física cuántica, en la ecología, en las religiones orientales, en la sicología transpersonal, en los esfuerzos constantes para entrar en comunicación con los seres que a no dudarlo nos observan desde sus lejanas galaxias; el trabajo de María Juliana se inscribe en ese nuevo sentido común espiritual, en esa atmósfera “new age” que nos cautiva con ese comercio fascinante entre los astros y el mundo terrenal.
Esta propuesta de María Juliana, no importa lo modesta que nos parezca en su dimensión material, es parte de esa nueva cultura espiritual que ha venido preparando a la humanidad para abordar este milenio. En un lenguaje transparente y sugestivo, la escritora nos presenta situaciones y circunstancias extraordinarias como viajes astrales y comunicaciones telepáticas con seres de otras galaxias, como si se trataran de conversaciones ordinarias entre simples mortales. De manera sutil, nos lleva a percibir que puede haber otro lado de la vida que no hemos descubierto todavía, misterioso y excitante que podría cambiar nuestro destino colectivo para siempre.
Allí, Aurora, esa niña solitaria de la gran casona, viajera intergaláctica junto a la estrellita Milsy, nos ofrece una nueva comprensión del mundo físico y de sus posibilidades espirituales. Viaja Aurora por los espacios intergalácticos o se deplaza realmente en una nueva dimensión interior de su propio espíritu? Son el Jefe Intergaláctico Kixt y el Príncipe Siul –versión contemporánea de El Principito de Antoine de Saint Exupéry—Personajes extraterrestres como los de las películas de la Guerra de las Galaxias, o son nuevas formas de energía, hasta ahora invisible para los humanos y que pronto aprenderemos a percibir cuando adquiramos nuevas maneras de explicar el mundo material?
La ciencia, con su cantaleta de que sólo lo visible es creíble, ha tratado de borrar del mundo la fascinación de lo incierto y de lo esotérico. Newton nos hizo creer que el universo siempre opera de la manera predecible, como si fuera una enorme máquina infalible. Eventos que ocurrían simultáneamente a otros con los que no tenían una relación causal, se decía que ocurrían por casualidad. Sin embargo, cada día nos percatamos más, que no hay eventos absolutamente casuales, que por debajo de la cadena de sucesos de nuestra vida cotidiana, corre una fuerza misteriosa que los ordena y les da sentido.
Tuvo que venir la mecánica cuántica y los trabajos de Albert Einstein para cambiar el viejo esquema newtoniano. Einstein demostró, por ejemplo, que lo que percibíamos como materia sólida no es más que unos espacios vacíos por donde transitan corrientes de energía y eso incluye a nuestros propios cuerpos. Experimentos en física cuántica han revelado que cuando logramos reducir esa energía a sus partículas elementales y tratamos de ver cómo operan, el acto mismo de observarlas altera los resultados, como si esa partículas elementales estuvieran influenciadas por las expectativas de quienes las observan. En otras palabras, que el contenido básico del universo es energía pura y que esa energía es maleable a las intenciones humanas en una forma que desafía el viejo modelo mecanicista del universo. No es eso lo que hace Aurora en el comercio intergaláctico con sus amigos que en esencia son una forma de energía que ella sola ve y siente y conversa.
No nos propone Aurora un cambio en la naturaleza de las relaciones interpersonales basada en la ausencia total de control, en la desaparición de la violencia, en el desinterés de los intercambios, en la comunión entre los humanos, la naturaleza y el cosmos y en la idea de que la amistad verdadera no conoce las limitaciones del tiempo y del espacio? No es eso, en el fondo, una propuesta para administrar nuestra propia energía vital de una manera diferente? El encuentro de Aurora con la latita a la que llamó “ Morena” por su avanzado estado de oxidación, sola y abandonada en un sendero del Yunque, es la toma de conciencia que nos propone María Juliana sobre el hecho de que hemos llegado a un punto de nuestro desarrollo material que ha puesto en peligro el balance ecológico que nos permite la supervivencia sobre la tierra.
La historia de “ Morena” nos plantea la necesidad de buscar nuevas fuentes de energía , no sólo para sustituir las fuentes actuales, sino también para cambiar nuestra manera de relacionarnos entre nosotros y con el mundo natural. Aurora nos muestra también lo difícil que será para todos transformar nuestros viejos patrones de conducta, nuestra visión manipuladora y controladora de las relaciones humanas.
Allí estaba ella, la que se comunicaba con las estrellas, la que viajaba entre las galaxias en busca de su alma gemela, sumida en una pataleta sideral porque después de aquel encuentro maravilloso con el Príncipe Siul junto a una charca cristalina del Yunque, el encantador Príncipe se había dado la perdida del siglo…del siglo dije? Cuánto tiempo había pasado desde aquel encuentro? Para Aurora habían pasado meses, pero y para el Príncipe? No estaríamos hablando de dos conceptos del tiempo diferentes, de un tiempo intergaláctico y de un tiempo terrestre, como le hizo ver la propia Morena? Muy atinado ese desarrollo del relato y muy pedagógico por cierto. Cuánto debemos esperar? Todo el tiempo que sea necesario, pero siempre colocándonos en los zapatos de a quien esperamos.
Por eso no serán fáciles los cambios. Es necesario una evolución consciente hacia una manera diferente de vivir y, eventualmente de concebir la muerte. Para ello, como nos apunta el relato, los humanos hemos de buscar, no sólo nuevas fuentes de energía, dentro y fuera de nosotros mismos, sino también una nueva moral para la convivencia humana fundada en el amor. “Aurora y sus viajes intergalácticos” es un bello y oportuno llamado a nuestra conciencia colectiva a recién comenzando el viaje de éste milenio, que como sucede con todos los viajes tiene un destino secreto que los propios viajeros desconocemos. Gracias María Juliana por levantar esta hermosa señal en el camino, por enmascararla en un tierno relato, y por ocultar tan discretamente tu papel de mensajera secreta…..Muchas Gracias!