Volar Sin Alas en Lima, Perú

La Posada del Ángel II y el grupo Parasomnia, representados por Alfredo Coelho Peralta, junto al escritor Héctor Ñaupari organizaron una tertulia poética que se llevó a cabo el pasado 16 de mayo en Lima, Perú. En un ambiente de camaradería se reunieron poetas peruanos para dar la bienvenida a María JulianaVillafañe con motivo de presentar su obra más reciente, el poemario Volar Sin Alas,  (Ediciones Baquiana, Colección Caminos de la Poesía, 2012). 

La Posada del Ángel II está ubicada en el sector de Barrancos, un lugar que invita a la tertulia poética, a escuchar música y a compartir con los amigos. 

Los escritores Santiago Risso y Héctor Ñaupari presentan a María Juliana Villafañe

Héctor Ñaupari comparte su análisis de la obra de María Juliana

 

 Palabras de Héctor Ñaupari con ocasión de la presentación del libro Volar sin Alas de María Juliana Villafañe

 La Posada del Ángel II, 16 de mayo de 2012

 La obra de María Juliana Villafañe se asoma a nuestra evocación. Si, como reza la definición, evocar es recordar una cosa o persona a otra por su parecido o su relación alguna cosa a la memoria o a la imaginación, o por su semejanza, o llamar a los espíritus y a los muertos para que se presenten ante nosotros, nuestra poeta logra con su libro Volar sin Alas esas tres significaciones a plenitud.

 María Juliana Villafañe gesticula y elabora hechizos, compone, para la poesía, aquella alquimia que transubstancia el oro en el bálsamo callado de un sentimiento original: distribuye la metáfora allí, el verso aquí, la mácula perfecta de sus textos sobre esa forma insinuada; bruñe, raspa, agrieta para que brote el pálpito de la emoción.

 Ella es quien une los múltiples fragmentos disociados y crea un hondo espejismo de belleza en la sensación demiúrgica de la cotidianeidad. Sus poemas en prosa son, de este modo, luces que penetran en las sombras y nos van nombrando ecos de la presencia humana. Así, recorremos en Volar sin Alas un laberinto de nostalgia y también de esperanza, donde nuestra artista nos revela esos misterios del tiempo transparente.

 De otro lado, la poeta nos toca en la hondura de nuestras almas, allí donde habita nuestra sensibilidad y logra de este modo emocionarnos, conmovernos con su mensaje poético.

 Y es que María Juliana Villafañe, al ordenar los elementos de su substancia vital en su poética, ha creado un conjunto de ritmos integrados en la frágil transparencia de las veladuras de su existencia, aquellas que nos deja ver, con ritmos que se instalan en nuestros oídos, haciéndonos evocar a sus lectores, y que habitándonos nos conmueven.

 A su vez, de su Volar sin Alas se denota que María Juliana se nutre y alimenta de sueños y de luces. Y estos sueños nos los ofrece, hechos mensaje poético, como sustancia nutricia, para regenerar nuestros sueños con los arpegios luminosos de su poesía.   

 Ahora bien, como peruano, tengo una suerte de paranoia con el tema de la identidad. De modo que esa perpetua pregunta sobre la identidad también se aplica para las literaturas.  María Juliana Villafañe es puertorriqueña, y esa condición se transpira en su poesía.  En eso es tributaria de la senda de grandes poetas de Puerto Rico como Luis Palés Matos, Julia de Burgos o Hugo Margenat, por citar a los más conocidos.

 Volar sin Alas es notable por su capacidad de expresar lo esencial humano, desde la cotidianeidad y los giros de los habitantes de las tierras puertorriqueñas, permitiéndonos conocer más allá de las apariencias sensibles y siempre hacia la “realidad invisible” de su identidad.

 De otra parte, nuestra poeta busca responder a su vocación de universalidad sin renunciar a sus propias raíces o, mejor incluso, quiere hacerlo desde ellas: Sigue de este modo el verso de Juan Ramón Jiménez: “Raíces y alas, pero que las alas arraiguen y las raíces vuelen”.

 En su espléndido texto, María Juliana Villafañe ha sabido trascender la anécdota hacia lo sustantivo, sin olvidar que hacia lo esencial, desde su singular experiencia humana, hay que apuntar desde aquello que nos limita y constituye.

 No olvidemos que el poeta trabaja con palabras. Si bien parece una verdad de Perogrullo, hemos de percatarnos que esas masas sonoras cautivantes que tienen una alta significación.

 Ninguna se parece a otra, todas tienen cierto aroma y sentido que las diferencian una de las otras. Una palabra llama a otra, una oración espera a la que viene y final aparece el poema. Cuando eso sucede, el poeta es el primero en asombrarse frente a una nueva realidad verbal y cadenciosa.

 Así también, varios de sus poemas me permiten hacer, por su intermedio, un rendido elogio de la ciudad más hermosa del mundo, París, a la que la poeta y este escriba tendremos siempre como nuestra. Ya decía Hemingway en una carta, que todo escritor debería ir a París antes de cumplir treinta años, pues de este modo siempre llevará a París en el corazón. Los que así lo hicimos la tenemos latiendo en nuestros mejores recuerdos.

 Hay, en efecto, rastros diversos de la ville des lumiéres en la poesía de María Juliana Villafañe. Sus calles discretas, la luz que se fuga en sus parques y esquinas, los cafetines de mesas minúsculas, el Parque de Tullerías,  y sus bellísimos crepúsculos. Me he dejado llevar en sus delicados y muy sencillos poemas, cruzando por la Rue Sebastopol, o perdiéndome en el Cementario Pére Lacheise. 

 Para ir concluyendo, quisiera recomendarle a nuestra invitada apuntar siempre hacia lo más alto (que es, a la vez, lo más profundo) y hacerlo mediante una construcción verbal hermosa que, asuma con total plenitud las coordenadas espaciales, temporales y personales a las que se ha ceñido con elocuencia y solvencia. Tal fue la senda poética del gran escritor argentino Julio Cortázar.

 En esa meditación sobre lo que hay de común en toda vida y en todo destino, que se interroga por el sentido de la existencia, estoy seguro que encontrará una fusión armónica con la totalidad, en sublimación absoluta de belleza, en cumplimiento del trabajo vocativo.

 Además, que sea siempre fiel a sí misma. Esa fidelidad es la valoración del romanticismo como programa a seguir: melancolía, angustia, idealización del amor, delicadeza sentimental, búsqueda interior. Entonces, más que evolución, lo que hay en la poesía de María Juliana Villafañe es maduración y crecimiento. Y es que, a mi juicio, la coherencia en la poesía es como la del árbol, que cambia pero no se desplaza.

 Finalmente, queda en ella labrar una obra viva siguiendo la consigna de Goethe: “Como el astro, sin precipitación y sin descanso”.

 Para terminar, le digo a María Juliana Villafañe: que la tormenta y el ímpetu sean tus guías, que la furia cegadora y encendida de la creación no te abandone nunca. Y le deseo a nuestra poeta que continúe haciendo de su vida, poesía, palabra viva, conciencia deseante y deseada de plenitud total y de belleza.

 Al fin y al cabo eso es lo que hemos de buscar en toda gran creación literaria, junto con el placer de la lectura: un camino para encontrarnos con nuestra propia realidad, para llegar a ser lo que somos. Que así sea, para ella, como también para todos los escritores, y que el espíritu viajero, latinoamericano, universal y romántico la acompañe siempre.

 

Muchas gracias

 

María Juliana comparte la lectura de sus poemas

La ilustración gráfica del poemario Volar Sin Alas (Ediciones Baquiana 2012) es un diseño de Michelle Yegros. El poemario fue prologado por Anamaría Mayol, poeta de San Martín de los Andes, Argentina. La coordinación editorial estuvo a cargo del Sr. Patricio Palacios, editor de Baquiana.

Los poetas Manuel Patiño y Joan Viva junto a Santiago Risso

Una vez terminada la presentación por Santiago Risso y Héctor Ñaupari, se dio inicio a un recital por el grupo Parasomia.

Domingo de Ramos, Raúl Heráud, Isabel Matta Bazán, Juan de La Fuente y Héctor Ñaupari comparten sus poesías.
De izquierda a derecha Raúl Heráud, María Juliana, Héctor Ñaupari, Isabel Matta Bazán, Juan de La Fuente, Blanca Segura y Luis Alberto Medina. Abajo Domingo de Ramos, Alfredo Coelho Peralta y Efraín Altamirano Cáceres.
Adela de la Piedra de Montero y Emilsa Guillot, hermana de María Juliana. Adela es amiga de la infancia de ambas.

 

La Sra. Diana Valdivieso madre de la actriz peruana Diana Quijano y una amiga felicitan a María Juliana.

 

1 Comment

  • Manuel Patiño López
    July 20, 2012 at 8:54 pm

    Lindas recuerdos María Juliana. Gracias por compartirlo. Aun estoy esperando las fotos que tomaste donde aparezco yo. Ya te envié casi todas las fotos de tu presentación en mi colegio. Abrazos. Espero que oodamos coordinar pronto sobre lo referente a la promoción. Abrazos.

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